El sitio sonidosylenguasargentina.cultura.gob.ar es un proyecto del Ministerio de Cultura de la Nación que reúne producciones musicales, registros orales y grabaciones de sonidos de la naturaleza y humanos de todas las regiones del país.
Desde octubre el Ministerio de Cultura de la Nación puso en funcionamiento una plataforma abierta en la que estudiosos y aficionados pueden disfrutar y compartir registros sonoros de la Argentina.
Sonidos y Lenguas ya reúne más de 30 archivos entre canciones populares, grabaciones del habla de distintas regiones del país y sonidos de la naturaleza. En la página del proyecto al alcance de un click se pueden escuchar podcast que van desde una vidalita que cantan dos mujeres acompañadas por sus cajas “¡Cómo no hi de sentir yo!” en algún lugar de Chilecito, en la provincia de La Rioja, a la narración de la ceremonia de iniciación de los hombres selk’nam, en español patagónico, del archivo de la lingüista Berta Vidal de Battini. Pero también hay ecos de la naturaleza, como el sonido de los carpinchos en el Parque Nacional de Mburucuyá en Corrientes o el rumor de la cascada del Parque Nacional El Leoncito, en San Juan.
Una invitación a colaborar
“Lo central de esta propuesta es que se trata de un archivo colaborativo. La plataforma permite que los registros sean públicos y que tanto personas como instituciones que tengan algo para aportar, lo sumen”, cuenta Luciana Delfabro, coordinadora del área de Investigación Cultural de la Secretaría de Patrimonio Cultural y encargada de llevar adelante este proyecto que comenzó en octubre pero ahora cuenta con un corpus mayor, a partir de la incorporación de los archivos del Instituto Nacional de Musicología Carlos Vega, que aportó sus grabaciones de producciones culturales y el Instituto de Antropología y Pensamiento Latinoamericano que sumó los registros orales de hablantes del español de distintas regiones del país. También, los sonidos de la naturaleza que aportó, en su mayoría, la Dirección de Parques Nacionales. La mayoría de estos archivos no estaban digitalizados o simplemente no estaban disponibles para el público en general y salieron a la luz en estos días y pasaron a ser un tesoro para los especialestas en dialectología o los fanáticos de los paisajes sonoros.
“Tratamos de equiparar los materiales para contemplar que haya registros de habla, producciones musicales y sonidos naturales. Esos son los tres grandes ejes de trabajo. Y también que pertenezcan a las distintas regiones del país. El criterio de selección es lograr una representación federal”, apunta Delfabro, a la vez que precisa que algunas grabaciones son antiguas (de 1936) y conservan el ruido “a fritura” característico de los registros de larga data, que se ha respetado para preservar los rastros del soporte, que los especialistas valoran especialmente.
“Los registros orales buscan documentar que el español se habla de muchas maneras en la Argentina y las grabaciones de los parques, dar a conocer los sonidos medioambientales de las distintas regiones”, cuentan en Sonidos y Lenguas. Además, insisten en la horizontalidad del proyecto que permite aportes de cualquier persona que tenga materiales sobre el tema y destaca las incorporaciones de contribuciones de especialistas en registrar paisajes sonoros, es decir audios de la naturaleza y la posibilidad de compartir no solo archivos sino también prácticas de preservación de las tradiciones.
Sonidos y Lenguas cuenta con un mapa sonoro en el cual, a través de la navegación por el sitio y la georreferencia de los registros sonoros, se abre la posibilidad de encontrarse con el acervo sonoro completo de la Argentina y los tesoros que alberga cada rincón del territorio.
La propuesta de la plataforma es la interacción tanto con grupos de investigación como con comunidades indígenas, para lograr registros vocales en primera persona. El objetivo es sacar a la luz ese material y ayudar a preservarlo. “El proyecto recién comienza, pero surgen posibilidades como que compartamos las fichas de catalogación con colegas de otros países en Ibermemoria, el programa de preservación de la memoria sonora y audiovisual de toda Iberoamérica”, se entusiasma la coordinadora del proyecto, que tiene código abierto para facilitar la difusión de los sonidos y las voces que conforman el mapa sonoro del país.
Tesoros que se comparten y tesoros que anhelan
Una de las voces más autorizadas para determinar el valor de los archivos que el programa sacó a la luz es la profesora Leonor Acuña, profesora e investigadora en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y directora del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano.
“Los materiales que compartimos no estaban disponibles para el público en general. Algunos, como un audio en el que Flora Salas, una pobladora del Chocón, rememora cómo cambió su paisaje natal a raíz de las obras de la represa, son conmovedoras, más allá de constituir un documento sobre el uso del español en la Patagonia. A mí me conmovió especialmente cuando lo tomé durante mi trabajo de campo en la zona en 1979 y pienso en que quizás algún día los descendientes de Flora puedan encontrar este tesoro disponible”, explica Acuña.
Aunque en el momento en el que la lingüista Berta Vidal de Battini entrevistó a Santiago Rupatini para hablar de los ritos de iniciación, él era considerado el último ona, Acuña prefiere no arriesgarse a decir que el archivo conserva los últimos registros de esa comunidad. Pero se entusiasma relatando momentos especiales, como la reunión en la cual la gente del Instituto de Musicología descubrió que podía aportar al audio de Rupatini, los cantos que la comunidad entonaba en esa ceremonia.
Desde la perspectiva lingüística, la especialista esboza algunas líneas de trabajo e interacciones con las que le gustaría cooperar: para sumar tesoros al Mapa: “Están los archivos de Augusto Raúl Cortazar, en la Universidad de Salta. En San Juan, a cargo de la lingüista Aída González, muchas de las grabaciones de Berta Vidal de Battini en su trabajo de campo. Allí están los registros de los cuentos que grabó por todo el país pero el problema es que no están digitalizados y sería buenísimo poder hacerlo para que puedan ser compartidos”.
Acuña también piensa en contactar a las comunidades indígenas para sumar sus archivos. “No sabemos si habrá grabaciones pero sí quizás papeles y documentos que nos ayuden a resignificar lo que tenemos. Incluso que las comunidades puedan tener acceso a grabaciones para que revisen las traducciones que se hicieron”.
“El mapa nos va a permitir que quien tenga material registrado en alguna zona, pueda identificarlo para sumarlo”, se entusiasma Acuña, que alguna vez recurrió a un coleccionista de tango para obtener un grabador de alambre para rescatar viejas cintas encontradas en un armario, que le devolvieron voces de indígenas de las décadas del 40 y el 50.
En poco tiempo más, todo ese material estará al alcance de un click, para quien quiera escucharlo.
Fuente:Telam