El histórico 10 de River Plate, Norberto «Beto» Alonso, se metió definitivamente entre los grandes ídolos del club el 6 de abril de 1986 cuando le hizo dos goles a Boca, el primero con una pelota naranja, y encabezó la vuelta olímpica en la Bombonera.
«Veníamos dando la vuelta en todas las canchas, el gobierno nos había hecho saber que no quería que la demos en la Bombonera pero yo les dije a mis compañeros: ‘A mí me sacan con los pies para adelante, pero la vuelta la voy a dar’. La sensación de dar la vuelta olímpica en esa cancha para un hincha de River es algo único», recordó Alonso en diálogo con Télam.
Y en efecto así sucedió: el equipo «millonario», consagrado campeón unas fechas antes, salió al trote del túnel próximo a la cabecera que ocupaba «La 12» y con ese envión completó casi todo giro al perímetro de la cancha, mientras saludada a las tribunas y una nube de reporteros gráficos retrataba el momento.
El recordado partido del que se cumplen 35 años le hizo recuperar protagonismo al 10, que volvió a ser titular tras la ida de Enzo Francescoli, y se convirtió en una figura clave en la obtención de la Copa Libertadores y la Intercontinental en Japón ese mismo año.
El superclásico correspondiente a la fecha 36 del Campeonato 85-86 tuvo una fuerte polémica en la semana previa por dos razones: la decisión del equipo «millonario» de dar la vuelta olímpica y la pelota naranja con la que quiso jugar el «Loco» Hugo Orlando Gatti.
River se había consagrado anticipadamente el 9 de marzo y el plantel había decidido dar la vuelta olímpica en la previa de los cinco partidos que le quedaban en el torneo.
El rito del equipo dirigido por el «Bambino» Héctor Veira comenzó ante Vélez, el propio día de la coronación, y continuó en las jornadas siguientes ante Deportivo Español y Gimnasia y Esgrima La Plata, pero llevarlo a cabo en la Bombonera era todo una afrenta para el pueblo «xeneize».
Por esa razón, se generó un clima muy denso y desde distintos sectores se pidió que la vuelta olímpica no fuera realizada para evitar incidentes.
«Cuando llegábamos a la cancha le tiraron una barra de hielo al micro, querían amedrentarnos, pero a ese equipo no le daba miedo nada ni nadie», rememoró Alonso, uno de los impulsores de dar la vuelta en la Ribera contra todas las presiones.
La decisión no fue fácil porque en décadas anteriores, primero River en los años ’50 y luego Boca en los ’60, no se habían provocado con vueltas olímpicas por determinaciones de Ángel Labruna y Amadeo Carrizo primero y luego de Antonio Rattín.
Lo cierto es que más allá de las consideraciones de sobre si fue una vuelta olímpica entera o si recorrió las tres cuartas parte del campo, lo que sucedió según historiadores fue el primer festejo de un título de River en el barrio de La Boca.
Los goles del Beto y la vuelta olímpica en el día de la pelota naranja.
El otro hecho memorable de aquel superclásico fue la movida publicitaria que generó el propio «Loco» Gatti al pedir que el partido se jugara con una pelota naranja para poder identificarla en el tapiz de papeles blancos que tradicionalmente se arrojaban desde las tribunas a la salida de los equipos.
El arquero de Boca, además, quiso rememorar su gran actuación en Unión Soviética con la selección nacional antes del Mundial ’78 cuando jugó un partido con el balón de ese mismo color en la ciudad de Kiev.
La iniciativa del «Loco» fue parte de las noticias de la semana y la marca Adidas, proveedoras de las pelotas a la AFA, diseñó un esférico que fue autorizado el mismo día del partido por el árbitro Francisco Lamolina.
«Lo de la pelota naranja me lo dijo antes del partido el ‘Loco’ Gatti, me avisó que íbamos a jugar con una pelota naranja por los papelitos blancos que no dejaban ver la tradicional pelota blanca», introdujo el «Beto» Alonso.
«Entonces le dije: ‘vos igual no la vas a ver’. Un fenómeno el ‘Loco'», abunda el 10 de aquella tarde mágica para todo el mundo riverplatense.
La pelota naranja se usó sólo en los primeros 45 minutos e ingresó al arco de Casa Amarilla para marcar el 1-0 con un cabezazo del «Beto» Alonso tras un centro de derecha a izquierda de Roque Alfaro a la media hora de juego.
Por otro pedido de Gatti, la pelota naranja no rodó en el segundo tiempo y desde ese día estuvo durante años en poder de «Pancho» Lamolina, que finalmente la donó al Museo River poco antes de la inauguración.
El color naranja de aquella pelota y la trascendencia que tuvo en la vida del «Beto» Alonso generó que a los 30 años de aquel suceso una de las camisetas oficiales de River fuera de ese color.
En el segundo tiempo del superclásico, ya con el balón Tango de tono blanco, Alonso sentenció el resultado con un tiro libre que se desvió en la barrera y descolocó al arquero de Boca. «Cuando hice el 2-0 quería subir hasta la tribuna de River y abrazarme con toda la gente», contó el «Beto», que festejó arrodillado, de cara a la cabecera riverplatense, besándose con pasión la camiseta de la banda roja.
Para aquel partido, el «Bambino» Veira alistó a Nery Pumpido; Eduardo Saporiti, Oscar Ruggeri, Carlos Karabín y Alejandro Montenegro; Héctor Enrique, Américo Gallego, Roque Alfaro y Claudio Morresi; Luis Amuchástegui y Alonso.
En el primer tiempo se lesionó Karabín y entró Jorge Borelli, en el segundo tiempo fue expulsado Montenegro y el Bambino Veira hizo ingresar a Néstor Gorosito por Amuchástegui.
En aquel 1986, que tuvo a la Selección Argentina campeona del mundo en el México con la consagratoria actuación de Diego Maradona, River logró tres títulos inolvidables: el campeonato local y por primera vez, la Libertadores y la Copa Intercontinental en Japón.
En esa sucesión de alegrías, el doblete del «Beto» Alonso, la pelota naranja y la vuelta olímpica en la Bombonera quedaron como momentos imborrables en la historia del club.