Vecinas de Villa Banana y barrio Bonano se capacitaron durante la pandemia y venden sus exquisitos productos. También aceptan donaciones para sostenerse
Llegó la urbanización a los barrios de zona oeste y con ella las ansias de los vecinos y vecinas por tener un trabajo genuino. Por eso un grupo de jóvenes mujeres y de bajos recursos económicos pusieron manos en la masa y comenzaron a capacitarse en panificación durante la pandemia con la intención de vender sus productos. Martes y jueves son los días de producción y venta de medialunas, pastafrolas, bizcochos, prepizzas, bizcochuelos y roscas, entre otras tantas exquisiteces, y el lugar de reunión la propia casa de dos mujeres. ¿Sus hijos? Los cuidan sus madres y hermanas: un trabajo colectivo, cooperativo, de autonomía. femenino y feminista. Y muy sabroso.
La Provincia y la Municipalidad aportan algunos recursos humanos y materiales pero abren las puertas a las donaciones: Mesas, sillas, utensillos de cocina. «Todo viene bien», dice Andrea Saravia, de Villa Banana, quien deja su contacto (0341-155117663). Lo mismo dice Griselda Sánchez desde barrio Bonano, donde se situaron varias familias tras la relocalización de Villa Banana: «Quien quiera darnos una mano, acá todo se hace a pulmón y con harina, claro», ironizó antes de dejar también su celular (031- 153634932).
Las dos mujeres son quienes conducen las cocinas y el horneado en sus barrios enmarcadas en la asociación civil Nuevo Balón Sur, con personería jurídica desde 2017 y en plena actividad territorial desde muchos años antes.
En octubre del año pasado en un acto virtual con el presidente Alberto Fernández, el gobernador Omar Perotti y el intendente Pablo Javkin anunciaron el plan de mejoramiento barrial en Villa Banana. La primera etapa incluye la apertura de calles, relocalizaciones y servicios básicos de Servando Bayo, 27 de Febrero, Avellaneda y Gálvez. Una labor conjunta con el Servicio Público de la Vivienda, la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat, el programa Nueva Oportunidad del municipio y el Santa Fe Más, de la provincia.
Los anuncios gubernamentales decían que las obras beneficiarían en este tramo a 1.250 familias y el objetivo era «la integración física y social de los vecinos del barrio garantizando su acceso a los servicios básicos de infraestructura y equipamiento urbano, la regularización de su situación dominial y el fortalecimiento del capital social y humano de su comunidad«. Estas últimas palabras «fortalecimiento del capital social y humano» justamente se enlazan con este proyecto de panificación.
BVB Producciones es el espacio de panificación ubicado en Lima 2700 (Villa Banana) que convoca a 20 chicas. Andrea explica que el nombre surge cartográficamente, por estar ubicadas entre los barrios Bella Vista y villa Banana. «Arrancamos hace un mes y medio y nos autofinanciamos con la venta de lo que producimos: pan, facturas, bizcochuelos, prepizzas y con eso compramos el horno».
En cambio el otro espacio tiene una nominación más literal y directa: Panificación Bonano y se enclava en Garzón 4116. Aprenden y trabajan allí 14 chicas, de entre 18 y 24 años. El municipio se sumó a la movida con el aporte de un profesor. Capacitarse y profesionalizarse colectivamente con el objetivo de una salida laboral es el objetivo a alcanzar por los dos espacios, donde varias mujeres estudian hasta en la facultad.
«Tenemos un lugar en las ferias una vez al mes para vender lo que hacemos, y la Provincia nos ayuda a través del Santa Fe Más, ya que ahora tenemos capacitadoras y acompañantes, y a las chicas les viene bien porque muchas están solas, la pelean en el día a día, y no cuentan con un sueldo propio ni de sus familias, aunque con lo que venden en las ferias les alcanza para hacer fotocopias en la facultad”, dice Sánchez.
Pan y jardines maternales
Un referente del espacio e impulsor de la difusión es Iván Moreyra, un joven de 31 años quien milita desde hace años en Villa Banana.
«Estos barrios y toda zona oeste viene golpeado, estas pibas son el ejemplo de que una sociedad diferente y barrio diferente es posible. La violencia que se vive acá, el dolor, puede transformarse en trabajo colectivo y cooperativo”, afirma el joven de 31 años.
Pero como no solo de pan viven estas mujeres, Moreyra aprovechó para resaltar la necesidad de creación de jardines maternales para que estas mujeres puedan estudiar y trabajar. «La idea es que las jóvenes en un futuro cercano se organicen en cooperativa. Acá hay todo un proceso de articulación con las familias, porque mientras las pibas van a los cursos les dejan sus hijos a madres o hermanas. Por eso vemos la importancia de abrir jardines maternales para que en horarios de trabajo, estudios o capacitación puedan dejar a sus hijos en lugares seguros”.
Fuente:lacapital