La justicia federal investiga una serie de conversaciones por whatsapp halladas en el teléfono celular de uno de los imputados por el atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, de las cuales se desprende que Gabriel Nicolás Carrizo tenía un rol central en relación al ataque y que la detenida Brenda Uliarte seguía manifestando su deseo de ejecutar un magnicidio después del intento fallido.
«La próxima voy y gatillo yo, Nando falló. Yo sí se disparar bien, no me tiembla la mano», decía Uliarte, pareja del agresor detenido Fernando «Nando» Sabag Montiel, en un mensaje que le mandó a Carrizo minutos después del ataque, según pudo reconstruir Télam de fuentes de la investigación.
El 2 de septiembre, pocas horas después de que Sabag Montiel fracasara en su intento de asesinar a la dos veces presidenta, ocurrió un diálogo entre Carrizo y Uliarte que para los investigadores puso de relieve que seguían con el deseo de atentar ejecutar el crimen.
-Carrizo: querés hacerlo?
-Uliarte: te juro que si. Y no me va a fallar el tiro. Pero hay que pensarlo bien. Pasa que Nando no tiene mucha práctica. Le tembló el pulso.
Después de ese diálogo los dos imputados continuaron hablando sobre formas de ocultarse y evitar ser alcanzados por la justicia, aunque finalmente la jueza María Eugenia Capuchetti ordenaría sus respectivas detenciones.
-Carrizo: Te vincularon con al caso. Te diría que vengas acá.
-Uliarte: ¿Posta, que saben mis datos? Estoy en un lugar seguro, tranqui ustedes no tienen nada que ver. Lo que decimos que quede acá.
-Carrizo: Si saliste por todos los medios. Sos la novia.
-Uliarte: Si pero si me escondo no va a pasar. No me van a encontrar. Yo sé lo que te digo.
Según el informe de los datos extraídos del teléfono celular de Carizzo, que forma parte del expediente judicial, eran abundantes las conversaciones en las que se refería a la posibilidad de asesinar a la vicepresidenta.
Un dato relevante para la investigación es que esa idea estuvo presente en los diálogos con Uliarte al menos desde el 23 de agosto, el día después de que el fiscal federal Diego Luciani pidiera 12 años de prisión para la exmandataria en el marco de la causa en la que se investiga el supuesto direccionamiento de la obra pública vial de Santa Cruz durante los gobierno kirchneristas.
«Ya se les acabó la joda», le dijo Carrizo a Uliarte en una de las conversaciones de ese día a lo que ella le respondió: «Si que la saquen a la mierda. No puedo creer que hay gente que todavía la defiende».
«Hace falta alguien que vaya con un fierro y le pegue un corchazo a Cristina», le dijo Uliarte a Carrizo aquella tarde en la que un grupo de manifestantes antikirchneristas se acercaron a la casa de la expresidenta, en el cruce de calles Juncal y Uruguay, con el objetivo de agredirla.
-Carrizo: Si no?
-Uliarte: Si re hace falta.
Aquel día, en zonas cercanas a la casa de la vicepresidenta fue detenido Leonardo Sosa, de Revolución Federal, por un hecho de resistencia a la autoridad, cuando rompió un vallado de madera colocado en una calle para advertir a los autos de la presencia de un pozo. Junto con el fue detenida otra persona que tenía en su mochila material inflamable: la causa la investiga el juez federal Ariel Lijo.
Ese episodio fue reseñado en el fallo con el que el juez federal Marcelo Martínez de Giorgi le remitió a la jueza Capuchetti las denuncias contra Revolución Federal para que se investiguen de modo conjunto con el ataque a Fernández de Kirchner.
En ese fallo, a instancias del fiscal Gerardo Pollicita, el juez Martínez de Giorgi advirtió que por el devenir de los acontecimientos no se puede «afirmar que el plan delictivo haya finalizado ni descartar que se vuelva a intentar respecto de la Vicepresidente de la Nación o de otros funcionarios».
Fuente: Telam