Uno de los grandes síntomas de la época sin dudas es el estrés (negativo), un sentimiento de tensión físico y emocional que la gran mayoría conoce de cerca. En realidad, además del estrés más conocido, que es el estrés disfuncional, existe otra cara: el “eustrés” o “estrés positivo”, que es aquel que actúa estimulándonos a enfrentar problemas de la vida diaria de maneras más creativas.
Según la ONU, el estrés es “una respuesta fisiológica de defensa para afrontar una situación amenazante o que demanda un incremento de nuestra atención”. El objetivo: regresar el cuerpo al balance que fue alterado. Por su parte, el fisiólogo y médico austrohúngaro Hans Selye, definió a principios del siglo XX al estrés como una respuesta adaptativa del organismo ante los diversos estresores, denominándolo como un síndrome general de adaptación.
En diálogo con NA, Melisa Mirabet, psicóloga especializada en gestión emocional y alto rendimiento, lo detalla así: “Cuando las personas tenemos que hacer frente a una exigencia, ya sea en el área laboral, académica o personal, el cuerpo se prepara para poder reaccionar de manera asertiva a dicha demanda. Las respuestas de adaptación son de naturaleza psicológica como fisiológica, es decir que, tanto el cuerpo como la mente tienen la capacidad de adaptarse frente a las adversidades que se presentan”.
¿Cuándo el estrés es positivo?
“La capacidad de adaptación del organismo habla del potencial positivo que tiene el estrés y por eso incluso se lo llama “eustrés” o “estrés positivo”: El prefijo ‘eu’ significa “bueno” en griego, por lo que eustrés puede ser simplemente considerado como buen estrés o el lado beneficioso que nos brinda el mismo”, detalla Mirabet.
En este sentido, la experta también menciona diversos estudios relacionados con el rol del eustrés, y asegura que es tenido en cuenta como uno de los pilares del “buen rendimiento”. A su vez, se lo asocia con un gran aspecto constructivo en la evolución humana: es fundamental en la respuesta adaptativa que las personas logran generar en sus vidas frente a las situaciones de exigencia.
“Las investigaciones vinculadas al eustrés indican que pueden involucrar sentimientos positivos o sensaciones de satisfacción ya que, al sentirlo, aparece la motivación e incluso, la creatividad”, agrega.
De qué depende el estrés positivo
El estrés positivo se despierta en cada persona de manera diferente ya que depende del tipo tipo de estímulo que logra activarlo. Mirabet da un ejemplo: “en el ámbito laboral, una persona puede estar motivada y decidida a lograr una tarea cuando tiene un plazo de entrega próximo, sintiendo esa exigencia como algo estimulante. En el eustrés, encontramos esa activación justa del organismo en los niveles de cortisol, epinefrina, dopamina, entre otras sustancias que regulan la sensación de placer, motivación y el conjunto de acciones que permiten una mejora en el rendimiento para realizar determinada tarea”.
Sin embargo, no todas las personas se sienten motivadas o excitadas por los mismos escenarios. El estrés tiene “dos caras”: hay personas que ciertas presiones la asumen como un factor estimulante y positivo, mientras que otras, el mismo estímulo, puede provocar una un impacto emocional o una reacción fisiológica negativa en el cuerpo.
En este sentido, Mirabet advierte que “cuando las situaciones estresantes se sostienen en el tiempo y no las percibimos necesariamente como algo motivador, comenzamos a ubicar síntomas cognitivos, emocionales, conductuales y físicos que son completamente nocivos y generan una señal de alarma”.
Beneficios del eustrés
- Estimula y nos ayuda a una resolución directa del problema que se nos plantee: Nos ayuda a ser más creativos en la manera de afrontar esas tareas.
- Nos encontraremos con más energía y vitalidad, que nos ayuda en el desarrollo de actividades físicas beneficiosas para la salud.
- La estabilidad emocional se consigue mucho mejor con un estrés positivo ya que positiviza nuestra actitud.
- Nos hace ser proactivos y productivos ante las tareas y actividades tanto laborales como domésticas.
- Hace que estemos más alerta para una respuesta más rápida en el entorno laboral o escolar.
Distres, la forma convencional de estrés que conocemos
“A estrés disfuncional se lo denomina “distrés” y es, en realidad, lo que habitualmente conocemos como estrés. Y si bien el eustrés como el distrés son distintos, no son mutuamente excluyentes y, por lo tanto, la exigencia y la necesidad de adaptarnos puede conducirnos tanto a la angustia como al entusiasmo simultáneamente”.
Los autores que estudian ambos aspectos, afirman que dependerá de la forma en que un individuo interpreta un estímulo de acuerdo a los recursos que posea (cognitivos, físicos, temporal y hasta económicos con lo que cuenta para hacerle frente) determinará si aquello resulta angustioso o desafiante.
A modo de síntesis, Mirabet destaca la importancia de entender que “nuestro cuerpo tiene la capacidad de adaptarse a las exigencias que se nos presentan y probablemente a lo largo de nuestra vida vamos a poder experimentar ambos lados del estrés, pero si percibimos que las situaciones de incluso eustrés se prolongan comenzando a conectarnos con el distrés, es importante poder tomar acción a tiempo para cuidar nuestra salud emocional y sobre todo reducir el impacto físico que esto conlleva”.
Fuente: NoticiasArgentinas