Un homenaje en el primer aniversario sin ellos
Este 11 de octubre se presenta como una fecha única, marcando la primera vez en 60 años que no amanece con un ramo de flores en la casa. Un ramo que siempre venía acompañado de una tarjeta con mensajes sencillos: “Por 1 año de amor”, “Por 2 años de amor”, hasta llegar a los 50 y más. Este año, la ausencia de mi padre es palpable, y no porque mi madre ya no esté, sino porque él tampoco está presente.
Durante años, esta fecha se ha convertido en un símbolo de amor, no solo un aniversario romántico, sino el punto de partida de la familia que formaron juntos. Recordamos cómo un chico de Avellaneda se atrevió a confesar su cariño a una chica de Palermo, diciéndole: “Yo no sé hablar, vos ya sabés lo que te quiero decir”. Ambos entendían el mensaje.
El Día de la Pareja en la familia
Con el tiempo, el 11 de octubre se transformó en el Día de la Pareja y el Día del Matrimonio; un momento para celebrar el amor cotidiano y la belleza de la convivencia. Era el día para reflexionar sobre esos aspectos de la vida que, quizás, las hijas no comprenden totalmente, pero que fueron parte integral de su crecimiento.
Durante los últimos 20 años, mis padres vivieron en continentes opuestos. Mi madre falleció en 2018, y él pasó meses sumido en el dolor, preguntándose por el sentido de su vida. En su primer 11 de octubre sin ella, hice la llamada, temiendo que la fecha se convirtiera en un recordatorio devastador. Le pregunté intencionalmente cómo estaba, y su respuesta fue breve: “Ya fui”.
Él, el chico de Avellaneda que nunca supo expresarse con facilidad, había llevado flores a la tumba diseñada por él mismo, donde había inscrito solo: “La felicidad”. Esta inscripicón y su significado resuenan en mi mente cada año.
Recuerdos y nuevas conversaciones
A pesar de la distancia, los siguientes 11 de octubre seguí llamando. Mi padre había llenado su vida de nuevas conversaciones y amistades, y pensé que su dolor podría hacerse más ligero. Sin embargo, cada año me compartía detalles de su vida: “Ya fui” y agregaba pequeñas anécdotas, como que le contó a mi madre sobre el nuevo rumbo de su nieta.
El año pasado, en lo que resultó ser nuestra última conversación, él reveló su vulnerabilidad: “Ya fui. Pero yo no sé hablarle a una piedra”. Aún creía en la conexión y en que ella lo comprendería.
Mi padre falleció abruptamente en marzo, en un momento que sorprendió a todos, especialmente a mí, ya que estaba a 12.000 kilómetros de distancia. A veces deseo que se reencuentren, que como me dijo una amiga, “ahora está con el amor de su vida”. No puedo comprender totalmente lo que significa la muerte y qué hay después de ella. Sin embargo, el recuerdo de ellos permanece vivo.
Un aniversario lleno de recuerdos y flores virtuales
Actualmente, las lápidas están demasiado lejos para ir a llorarles o hablarles. Pero, en este día, aprieto el lazo que une a la familia que crearon a través de grandes gestos y pequeños detalles cotidianos. En este 11 de octubre, ofrezco estas flores virtuales en su honor, recordando el compromiso que hicieron el día que dijeron “para siempre”. Esa promesa aún no ha terminado.