Premio a la Innovación 2025: Distinguiendo proyectos transformadores
En su novena edición, el Premio a la Innovación 2025 ha reconocido dos proyectos que evidencian cómo la ciencia y la creatividad pueden contribuir a mejorar la calidad de vida mientras disminuyen el impacto ambiental. Este concurso, que ha evaluado más de 300 proyectos de todo el país, se ha consolidado como un puente entre la investigación y la industria alimentaria.
Desarrollo de un biomaterial sustentable
El primer premio fue otorgado a “NG Bio”, un proyecto originario de Mercedes, en la provincia de Buenos Aires. Esta propuesta, liderada por el ingeniero agrónomo Federico Horn, consiste en el cultivo de micelio de hongos sobre residuos agroindustriales para obtener un biomaterial compostable. Este producto tiene el objetivo de reemplazar el poliestireno expandido, conocido popularmente como telgopor, que es altamente contaminante y complicado de reciclar.
Según Horn, la motivación para este proyecto surge de la necesidad de convertir desechos locales en insumos útiles: «Nuestro objetivo es ofrecer una alternativa sustentable a los plásticos descartables. Reutilizamos residuos de la agroindustria para crear un material versátil y compostable que puede aplicarse en packaging y en diversos sectores productivos».
El equipo está conformado por jóvenes profesionales y estudiantes, incluyendo a Milagros Moleres (ingeniería en alimentos), Damián Domench (gestión de laboratorios) y Gervasio Barraco Mármol (administración y gestión). Con el apoyo del INTI y universidades nacionales, el proyecto se encuentra en fase de validación, con planes de escalarse a módulos descentralizados, haciéndolo adaptable a diferentes contextos regionales.
Empoderamiento a través de la producción de quesos artesanales
La Mención Especial fue entregada a la iniciativa “Sala móvil para la elaboración de quesos artesanales”, desarrollada en Payogasta, provincia de Salta. Su creadora, la ingeniera agrónoma María Fernanda López Morillo, destacó que la idea surgió al observar que los quesos caprinos de calidad, elaborados por mujeres rurales, no podían acceder al mercado formal debido a la falta de habilitación sanitaria.
La propuesta busca implementar una sala itinerante equipada con energía solar, lo que permite procesar quesos bajo normas de inocuidad y facilitar su inserción en mercados formales. La experiencia piloto involucra a 53 familias del Valle Calchaquí, con el objetivo de expandirse a más de 600 familias en la región y replicar el modelo en otras provincias.
López Morillo resalta el impacto integral de la propuesta: «Queremos dar herramientas para que las mujeres rurales mejoren sus ingresos, garantizar alimentos seguros y, al mismo tiempo, revalorizar el saber quesero como parte de la identidad cultural del valle».
El equipo también incluye técnicos en bromatología, ingenieros industriales y agrónomos, además de alianzas con universidades nacionales e instituciones internacionales, reforzando así el enfoque innovador de desarrollo territorial.
Ciencia, innovación y bienestar social
Este certamen, que se lleva a cabo en colaboración con la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología de la Nación, tiene como objetivo reconocer a quienes aportan soluciones con un impacto social, ambiental y productivo. Desde su inicio en 2009, más de 2,500 proyectos han pasado por sus diferentes ediciones, que incluyen mentorías, capacitaciones y acompañamiento técnico.
El Secretario de Innovación, Darío Genua, enfatizó durante la ceremonia de premiación: «La innovación es el puente entre un laboratorio y un producto que mejora la vida de toda la sociedad. Reconocer a quienes trabajan en ese camino es clave para el futuro del país».
Además, representantes de la Fundación Arcor señalaron que la mención especial busca acercar la innovación al desarrollo comunitario, premiando ideas que fomentan la inclusión y elevan la calidad de vida.
Ambos proyectos demuestran cómo la creatividad aplicada puede generar cambios significativos: desde la reducción de residuos contaminantes mediante nuevos biomateriales hasta transformar la economía de familias rurales ofreciendo herramientas para formalizar su producción.
En un contexto global donde la sostenibilidad y la salud son prioritarias, iniciativas como estas son ejemplos claros de cómo la ciencia argentina puede innovar y a la vez mejorar el bienestar social y ambiental.