El sector del libro venía de una gran caída durante los últimos cuatro años, pero la pandemia lo hundió todavía más. El Estado acaba de quitar el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) y las posibilidades de remontar son cada vez más difíciles. ¿Cuál es el presente de la industria y qué futuro le espera?
Un libro es un libro acá y en cualquier lado, pero hay contextos que los vuelven más necesarios. ¿Este año pandémico es uno de ellos? La crisis económica que trajo el virus golpeó de diferente manera a los distintos sectores. La industria editorial fue una de las más perjudicadas porque venía de una gran crisis durante la gobierno de Mauricio Macri. Al decretarse el cierre de las librerías en el inicio de la pandemia, la situación se agravó. Una de las medidas de salvataje que tomó el Estado fue el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). Durante seis meses, el sector recibió está inyección de estabilidad, pero para el ATP7 ya no fue contemplado.
“Todo el sector estaba recibiendo el auxilio del ATP porque la actividad estaba en una parálisis productiva. Este mes nos enteramos que el Gobierno nos quitó del ‘sector crítico’, entonces se pierde la cobertura de una parte del salario de los trabajadores. Y si bien la actividad ha comenzado a desarrollarse, todavía hay una rentabilidad negativa en la totalidad de la línea”, dice Oche Califa, director Institucional y Cultural de la Fundación El Libro, en diálogo con Infobae Cultura. La Fundación El Libro, la Cámara Argentina del Libro (CAL), la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP) y la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), entre otras organizaciones, lanzaron la campaña #SinATPNoHayLibros.
Allí aseguran que “la pandemia dejó a nuestras librerías, editoriales, escritores, gráficos y distribuidores al borde del abismo. Para seguir respirando necesitamos que el Estado mantenga la Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción». “Al saber que se perdía la continuidad del ATP, le enviamos una carta al ministro Tristán Bauer. No tuvimos respuesta, entonces hacemos más visible nuestro reclamo”, dice Califa, y agrega: “Venimos de cuatro años muy malos, luego llegó la pandemia y empezamos con un parate total. Luego se habilitó el envío pero no todas las librerías lo podían hacer y las que lo hacían han llegado a vender un 20% de lo que vendían años anteriores”.
Alejandro Vaccaro, presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), le dijo a Infobae Cultura: «Ya veníamos con serios problemas. Recordemos que pasamos de producir 139 millones de libros en 2015 a 43 millones en 2019. Es una caída a un tercio de lo que se producía y de lo que se vendía. Este año no tenemos la cifra pero digamos que no hace falta. Y pudimos sobrevivir este 2020, sobre todo las industrias que son las que sostienen la actividad editorial, gracias a la ayuda que dio el Estado. Pero desafortunadamente esto ahora cambió, se desocontinuó el ATP poniendo en situación de jaque al sector.
“Ahora estamos mejor que en nuestro panorama de abril, pero todavía no recuperamos los valores del año pasado. Vamos a terminar con una caída del 40% este año”, sostiene Martín Gremmelspacher, presidente de la CAL y gerente general del sello Bonum, en diálogo con Infobae Cultura. “Por ahora no hay ninguna herramienta que reemplace el ATP, porque iba directamente al empleado, era muy transparente. El Estado no dio ninguna alternativa. Están los créditos, pero no son de fácil acceso para el sector editorial. Se están habilitando los Repro (Programa de Recuperación Productiva), que podrían acompañar”, agrega.
“Necesitamos reactivar, que las librerías puedan volver a abrir sus puertas. El libro necesita la cercanía del consumidor, no es algo que va prescrito generalmente. Sacando los bestseller, las editoriales dependen de la fortaleza de la librería y de la recomendación del librero”, sostiene Gremmelspacher, a lo que Califa agrega: “Hay alrededor de 1200 librerías, de las cuales el 70% son independientes, es decir que no pertenecen a una cadena, y de las casi 400 de las editoriales el 90% son pymes. En algunas ciudades hay una sola librería, y si se cierra no hay libros en esa ciudad. Esa diversidad debe ser garantizada”.
No son sólo números: el derrumbe de la industria editorial ocasiona un problema cultural. Dice Vaccaro: “El perjuicio es doble: por un lado el económico porque muchas familias se van a quedar sin ingresos, eso es terrible, pero además está el cultural, porque el libro sigue siendo el vehículo del conocimiento. Si cae la industria del calzado, el problema es económico. Acá es doble: económico y cultural”. En esa misma línea, Califa agrega: “La cultura realiza una mutua energización. Si no hay cine, si recién ahora se reactiva al teatro, si no hay centros culturales activos ni circulación en los centros comerciales y en las grandes avenidas… en este momento el libro no llega ni al piso que necesita”.
Los lectores habituales, los que tienen el hábito, no han perdido contacto con el libro. Con el delivery de las librerías o las plataformas de envíos se han abastecido. Quizás compren menos, pero por la pérdida del poder adquisitivo. Pero un grueso de la venta de libros se da a partir de lo que Califa llama “lector ocasional”, que “es fundamental, es el que hay que salir a buscar, y sin ferias es muy difícil. Y hay una etapa del libro —agrega— que este año se perdió: el escolar. Lo cual suma otro condimento. Las ‘texteras’, como le decimos nosotros a las empresas que hacen libros de textos, libros para los colegios, han tenido un año terrible».
¿Y qué futuro le espera a la industria editorial? “Vivimos en un momento de gran incertidumbre. Podemos tener una cierta certeza —dice Vaccaro— de que la vacuna en algún momento va a estar, pero no se sabe cuándo. No es lo mismo que estemos vacunados en enero que en abril”. Agrega Gremmelspacher: “Para el año que viene tengo la leve esperanza que se vendrá un proceso de lenta recuperación y poder volver a exportar, por ejemplo. América Latina está en una condición similar a la Argentina. Me imagino el año que viene con más exportación. Esperemos que esté la Feria del Libro. Hay muchas ansias en el sector, con lo cual se realizarán muchas actividades”.
“No tengo una hipótesis sino una certeza: este camino nos lleva al cierre de librerías y editoriales que no tienen manera de sostenerse«, dice Califa, y concluye: «Pensemos en librerías que alquilan, que tienen empleados, que están en zonas de circulación donde hoy es mínima. No pueden sobrevivir así. Creemos que es necesario que el resto de la sociedad entienda nuestra posición y que el Gobierno comprenda que hay que darle una respuesta a este sector”.
Fuente: Infobae